Haz de tu pasado tu historia y de ella, tu legado.
Vivimos en una era donde las historias no solo se cuentan, sino que transforman. Cada persona, sin importar su origen, nivel educativo o profesión, posee una historia digna de ser escuchada.
Vivimos en una era donde las historias no solo se cuentan, sino que transforman. Cada persona, sin importar su origen, nivel educativo o profesión, posee una historia digna de ser escuchada.
Vivimos en un momento de sobresaturación visual, de ruido, de mensajes con gran impacto pero con un tiempo de vida efímero. Las marcas compiten constantemente por llamar la atención, por diferenciarse, por ser “relevantes”, y muchas de ellas lo hacen desde un lugar superficial, centrado en tendencias pasajeras, métricas de vanidad o estéticas impersonales, y eso se ve, pero sobre todo se siente.
Despertar tu esencia es el primer paso para generar una buena imagen de marca, y aunque no lo creas, no es algo habitual pues la mayoría de las personas mantienen dormida su esencia o bien por desconocimiento o por agradar o encajar en un trabajo o relación, pero el verdadero reto llega cuando esa esencia pide ser compartida con el mundo.
Hay momentos en la vida donde todo cobra sentido, y no porque las situaciones externas se ordenen por arte de magia, sino porque, internamente, algo se alinea.
Hoy me voy a adentrar en tu autenticidad, porque es el activo más valioso de tu marca.
Vivimos en una era en la que todo se copia, colores, frases, estilo… es fácil ver a muchas personas caminar siendo la imagen de quien les gustaría ser, de quienes siguen en las redes sociales y usan como foco o protector, según el caso, pero en todos son, sin exclusividad, la máscara o antifaz que esconde realmente su esencia o luz.
¿Qué nos impulsa al éxito?, ¿nacemos con cualidades especiales o las desarrollamos a través del esfuerzo y la práctica?, esta pregunta a intrigado a psicólogos, educadores y líderes durante décadas, pero hoy en día hay una clara y unánime respuesta.